
Los Chinos, el regreso de.....
Ella es descendiente de japoneses. Le dicen “la china” y no por ser maoísta precisamente. Es violinista y en los años ochenta estaba en pareja con otro músico. Eran años aún convulsionados políticamente y los militantes trotskistas, un poco por seguridad y otro por diversión, nos reconocíamos por seudónimos, por eso a la pareja por extensión, le decíamos… “los chinos”.
Yo llegaba con la mochila cargada de sueños de un pueblo del interior, donde comienza tímidamente la pampa árida y quedan atrás, las mejores tierras fértiles del mundo camino al mítico “Coronel Vallejos” de Manuel Puig. En esa mochila, entre la ropa planchada por “la vieja” estaban los sueños intactos y la mirada idealista del mundo de los músicos, pero “la china” me bajaba a la realidad militante, en el conservatorio “Manuel de Falla”( al que nosotros re-bautizamos “manual de fallas”) ejercíamos nuestra influencia camino a la inminente “revolución” , no entendía bien porque y atendiendo a que urgentes prioridades, tenía que prescindir de mi clase de trompeta para ir a volantear la próxima marcha, pero “la china” era una muralla infranqueable y yo era un mongol voluntarioso.
A esta altura cabe aclarar que “la china” me gustaba pero estaba en pareja y para la moral “cuasi anarquista” de un socialista, era una china con bigotes.
Dónde vivir era un problema en esos días febriles de Buenos Aires, mi primera vivienda fue “la pensión Martínez” en Av. de mayo y Salta, cuyo cartel aclaraba “Para caballeros” pero como excepción a la regla, moraba una cantante de ópera jubilada del Colón. Yo compartía la habitación con un escandidor brillante que hizo una meteórica carrera de abogado y fue el “empujón del diablo” necesario para largarme a navegar por mi sueño.
Luego de la pensión vino el angustiante itinerario entre casas de amigos y hoteles de una estrella bajo cero, pero un día escuché de boca de “la china”…¡¡Nos vamos a Europa!!... y a continuación:
¿te interesa alquilar nuestro departamento?
– si, claro – dije presuroso.-
Bueno, nos vamos a probar suerte y nos quedaremos por lo menos dos años.
-Bárbaro –
- No vamos a hacer contrato, ni tenés que pagarnos adelanto ni deposito – dijo “la china” – y el alquiler se lo vas a pagar a los padres de Héctor
- Si, no hay problema -
Luego de las deprimentes pensiones, el departamento de “los chinos” era el “lujo asiático”, al fin pude tener un poco de identidad, recibir amigos, sentir que la vida me besaba en la boca, pero al cuarto mes y cuando me estaba acostumbrando a la buena vida entre paredes cálidas, escuché la frase lapidaria de la boca de la mamá de Héctor…”los chicos se vuelven”. Y otra vez el derrotero por la derrota inmobiliaria.Llegué a casa agarré la trompeta, una hoja pentagramada y un lápiz y compuse una balada cargada de melancolía. Había nacido una canción que quiero mucho…”los chinos, el regreso de…”.